miércoles, 24 de agosto de 2016

¿Discriminación? Pague que me consuelo.

El asunto de la lucha contra la discriminación parece haber alcanzado a estas alturas ribetes fantásticos. Veamos, si no, este ejemplo de ridiculez que anota el matutino argentino "Clarín", el enemigo íntimo de la señora Fernández de Kirchner:

"La Justicia de Rosario ratificó una condena contra una cadena de supermercados que deberá indemnizar a una clienta por "discriminación" luego de que en un ticket fiscal la denominaran como “glúteos grandes”. La mujer, una docente de 43 años, realizó una compra por un valor de mil pesos en 2012 y solicitó que el pedido fuera enviado a su domicilio desde la sucursal ubicada en un shopping de la ciudad santafesina.

En el ticket se colocó la leyenda discriminatoria: el empleado escribió la palabra "glúteos" en el espacio reservado para escribir el nombre y donde debía ir el apellido colocó el término "grandes", por lo que inició una demanda por daño patrimonial, moral y punitivo.

La cliente consideró en la denuncia que fue "víctima de una discriminación injusta, arbitraria y lesiva por ser obesa". Aunque se reclamaba un resarcimiento de 500.422 pesos, la Justicia dictaminó que el supermercado Coto deberá abonarle 40 mil pesos. El fallo se sustenta en la Ley de Defensa al Consumidor que indica que "los proveedores no deberán desplegar conductas que coloquen a los consumidores en situaciones vergonzantes, vejatorias o intimidatorias".

Parece un chiste, pero no lo es... Habitamos un mundo bien diferente del de los siglos pasados, en que las curvas femeninas eran valoradas. Pensemos en las rotundas Anita Ekberg, Mae West un tanto más atrás, y mucho -mucho- más atrás en las "Venus de Willendorf", aquellas figuritas paleolíticas de factura esteatopígea, con enormes senos, caderas y glúteos promoviendo la fertilidad. Hoy, que se hace un verdadero culto a la androginia y ningún couturier más o menos afamado acepta una modelo de más de cincuenta kilos distribuidos en un metro setenta y cinco de estatura, estas señoras pulposas se sienten discriminadas por sus glúteos... 

Un joven hijo, que no se sabe bien si es actor, "pero bueno, nada", se siente indignado por ser llamado "petiso, mediático y judío" cuando es las tres cosas a un tiempo y ninguna de las tres calificaciones debiera ser infamante. Petiso era también Napoleón Bonaparte, que hizo bailar a Europa al son de su música. Mediático fue también Andy Warhol, que tuvo a sus pies a la alta sociedad neoyorquina. Y judío era Jesús, que sentó las bases para que a partir de él se formara una de las grandes corrientes religiosas humanistas que perdura hasta nuestros días.

Lo tremendo de la noticia consiste en que la acusación de "discriminación" puede dar buenos dividendos, lo que que podría permitir contar con un dinerillo extra para poder aliviar el dolor de ser obeso y comprar más chocolatinas para seguir engrosando los glúteos insultados... 





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